Esto te puede sonar raro, pero es así.
Mi finalidad no es simplemente hacer fotos. La intención es que las fotografías que realizo te cuenten algo de valor: quizá una historia, una idea o una emoción. Pueden hablar de la belleza (quizá de la tuya), del sufrimiento o de mil cosas más. Ese es el sentido de mi trabajo. Las fotografías, al igual que la danza, tienen su propio lenguaje y su manera de transmitir. Pueden hacerlo de forma puramente fotográfica, abstracta e incluso simbólica.
Y para mí es así porque así es como soy. Es como veo la vida. Me gustan las cosas que tienen valor y que sirven para hacernos crecer en algún aspecto. No me interesa lo superficial.
He trabajado media vida en un sector donde no hay valor humano, ni de ningún tipo más que el económico, por eso acabé ofreciendo mis fotos. No me malinterpretes, también trabajo ahora para ganarme la vida. Pero si mi trabajo puede aportar beneficios en otros niveles a las personas con las que colaboro, o les ayuda con su reputación, les hace felices o les hace verse mejor, siento que estoy en el lugar correcto. Además, esas fotos ayudan a que mis clientes también ganen más dinero. Aquí ganamos todos.
Y sé que si has llegado hasta aquí, te estarás preguntando cosas como:
- ¿Es este el fotógrafo que necesito?
- ¿Vale la pena lo que pide por unas fotos?
Eso lo decides tú. Si esperas que te llene con una lista de mis grandes éxitos profesionales, con quién he trabajado, los talleres que doy o las academias que me tienen como fotógrafo oficial, pues te voy a decepcionar. Realmente eso no te interesa.
No vendo fotos a peso, como en un mercado. Hago sesiones sin contar el número de fotos, e incluso a veces sin contar las horas que estamos en la sesión. Trabajo para que te lleves lo que necesitas para cumplir con tu objetivo. Eso sí importa, y es lo que te interesa.
Aquí me puedes ver trabajando, tirado por los suelos, subido en sillas...
Si trabajo contigo y me ves haciendo cosas raras o subido a sitios extraños, no te asustes. Es lo normal en mí. Soy así.